PINTURA GITANA

Después de atravesar por diferentes épocas en las que trataba de reconocerse en la pintura de los principales maestros de la vanguardia, la pintora malagueña Lola Ferreruela inició su particular travesía del desierto para profundizar en la soledad de su propio talento interior. Su viaje a Tarifa y sus vivencias de aquella época transformaron radicalmente su forma de pintar que no es otra cosa que su forma de explorar su cosmos interior. Para los que seguimos su evolución fue una sorpresa impresionante comprobar hasta qué punto puede un artista desprenderse de cuantas influencias inmolan su creatividad en aras de pertenecer a alguna corriente. Transitamos por caminos que conocemos porque nos asusta lo desconocido, tomamos rutas establecidas porque tememos aparecer en algún lugar inhóspito del que no seamos capaces de regresar y por estos temores renunciamos a la máxima del poeta sevillano Antonio Machado de hacer camino al andar.

Lola no tuvo ese miedo, se atrevió a salirse de los carriles que la conducían por paisajes conocidos, que la embelesaron sin duda en otro tiempo aunque no quiso acomodarse en ninguno de ellos. Dicho esto, es ahora cuando hay que tomar en consideración que Lola es gitana, que tiene el alma inquieta por descubrir un mundo más perfecto, su arte es nómada porque en lugar de temor tiene la esperanza de que, tras la colina que nos encajona en las coordenadas convencionales, lo que hay es siempre un mundo mejor, porque es nuevo, porque es distinto pero sobre todo porque es puro, libre de contaminación, libre de reglas, libre de formalidades. Libre.


Siempre es de admirar esa inquietud, ese valor del alma gitana por descubrirnos mundos nuevos que están en éste seguramente pero que no son éste. Nada es imprescindible salvo el ser. No podemos retener nada, no podemos llevarnos nada, no podemos estancarnos porque lo aprendido ya no es vanguardia de nada, lo que se domina ya no es experimental, lo presumible ya no es arte moderno, hay que avanzar más allá, soltar amarras y volver a comenzar. Lola lo hizo y por eso su obra es admirable, única, distinta a todo, es ella misma, no es la plasmación del tópico gitano: es el alma gitana misma, visible, desnuda, expuesta sin rubor a la contemplación de todos porque es ingenua y pura como un recién nacido.

Tomás Sainz Rofes
Licenciado en Bellas Artes

1 comentarios:

lola ferreruela dijo...

Gracias Tomás son una maravilla tus palabras y tu saber ver, que ésto es una disposición especial que tienen los que son artistas y los que aman el arte, en ninguna otra medida se dá la buena observación de las cosas.
Lola