LA PASION PICTORICA DE LOLA FERRERUELA


Con un sentido instintivo y casi primario del color, con una encendida pasión en todo lo que hace, con un apego a la verdad que puede considerarse el principio ético que sustenta su vida, los trabajos de Lola Ferreruela (Ávila, 1963) muestran tanto una denodada lucha por la existencia, casi por la superviviencia, como una predisposición natural por los ritmos del color, por la armonía secreta y la simbología oculta de los colores.

Interesada en el Kandinsky de los años inmediatos a la I Guerra Mundial, en el orfismo de Robert Kelaunay, en el expresionismo de Die Brücke, en el alfabeto geométrico de Torres-García y en la estética fauve, la obra de Lola Ferreruela lo mismo aborda con inusual decisión y energía cromática una interpretación de un autorretrato de Picasso que nos retrotrae a Munich y a una cierta estética situada entre la primera oleada expresionista y las ondulaciones del art nouveau, pero sin renunciar a una hondura psicológica en la expresión del personaje, que se entrega a realizar un autorretrato que es todo un catálogo refinado y resulto de los cánones fauces.

Ansias de libertad

Lola Ferreruela tiene sus ojos abiertos hacia el sufrimiento y la alienación pero ansía la libertad, la concordia y la tolerancia. Su obra es un grito apasionado, moderado y sutil otras veces, en defensa de la vida y de la pintura, mejor aún, de la inextricable ligazón del binomio que forman arte y vida.

ENRIQUE CASTAÑOS ALÉS
Crítico de Arte

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